Para hacer este ejercicio de color, elegí dos elementos fundamentales: la ubicación y un punto discordante. Para ello busqué en la cocina todos los elementos de tonos similares que bien pudieran combinarse con sus colores complementarios: tomates, zanahorias, sandía, brebas, naranjas, una escalera pequeña, el delantal, el plato para que la sandía no pringue todo el frigorífico, el helecho decorativo; el punto discordante era usar otra combinación de colores diferentes a los ya usados para romper el ritmo verde-rojo.
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